Esteban González (encarneviva)
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El fotógrafo que es y se hace, como el artista. El fotógrafo que retrata, se retrata, hace del retrato una idea sobre su propia imagen. Encarneviva, que es Esteban, que antes, hace tiempo, no hacía fotos. Ahora sí. O sea, que no es vocacional ni tampoco está cultivado en nuestras escuelas de artes (de procrastinar) y oficios (de escaquearse) ni en las facultades de bellas artes (para la obtención de puestito de profesor fijo).

Pero Encarneviva es EL fotógrafo. Ahora todas las modernas son fotógrafas, tienen hasta grupo en Facebook, porque hoy en día si tu tendencia no tiene grupo irónico en Facebook no existe. Las virtudes de la democratización artística por culpa del rollo digital. Antes las pibas (y los pibes), querían ser rockeros, luego querían ser diyeis, y ahora todas son fotógrafas; lógico, no requiere mucho esfuerzo, siempre acudirá el photoshop a tu salvación y hasta una imagen saturada y desenfocada puede tener su punto artístico. Confiesen que sus mejores fotos son esas que hicieron sin querer; confiensen que pensaron: “Oh, pero, si esto puede ser arte, si yo puedo ser artista, ¡si yo puedo ser fotógrafo!”.

Ni idea de si a Encarneviva le pasó esta metamorfosis. Pero un día empezamos a ver un señor con bigote en las primeras filas de los conciertos con cámara pro. La escena ganó a otro fotógrafo más de conciertos, en ese asunto divertido donde muchas veces hay más fotógrafos que público en las actuaciones, o la obviedad de que hay más fotógrafos que músicos, pero hasta tocar cuatro acordes con una guitarra sigue siendo más difícil que disparar una cámara.

Encarneviva se hizo carne. Esteban, el oficinista de que nueve a cinco oculta sus tatus en el traje y la camisa de manga larga, pero se permite la frivolité de llevar pendiente, mostacho y peinados digamos que poco oficinísticos, pero sin estridencias. Se inventó a Encarneviva. Le salió bien, algunos siguen equivocándose, se dejan llevar por sus fotos provocativas y piensan que es un mala leche. Esteban es encantador, pero de esos encantos que hay que ganarlos a pico y pala, o a ron y vodka.

Las fotos de conciertos dieron paso a cierta avidez por otras historias. Al final, Esteban... uy, digo... Encarneviva, es un fotógrafo de retratos, incluso cuando saca un urinario en una noche de marcha; le está pidiendo al meódromo que pose. Retrata a cantantes desgañitándose, o a pibes con la cuca por fuera. Una vez, Txowie le hizo una parodia en Internet donde en cierto momento dejaba caer la máxima: “Sin pollas no hay arte”. Esteban te pregunta: “¿Pero tú nunca te has hecho una foto de tu cuca con el móvil?”. Debate zanjado, las pollas están ahí, para Esteban no son provocación ni salida de tono, simplemente salen cuando te bajas los calzoncillos, igual que la teta sale del sosten y el coño de las bragas. Esteban es de desnudos, pero de desnudos inesperados. Tiende a sacar a la gente con cara de buscar bronca, incluso a las personas más dulces. Tiende a sacar a la gente con rostro serio y pensativo, incluso a aquellos a los que les gusta posar y poner morritos en las fotos de tu puto Tuenti.

Esta serie de fotos que presenta muestra lo que también es Encarneviva, una construcción física en medio de un mundo estéticamente descrépito. Mira alrededor, seguro que ves veinte cosas espantosas, dos aceptables y una bella. Encarneviva coge esos entornos de mierda y mete justo en medio a una persona, que lo cambia todo. Una persona en calzoncillos, ¡una cuca!, un pezón, dos tetas, media teta, un grupo de rockabilly con bragas. No sé, ¿ustedes no son de caminar por casa con el culo al aire, o con unos calzoncillos gastadísmos que les dan calorcito, o solo con calcetines? En casa solitos somos. Desnudos somos otra cosa, medio desnudos somos algo en medio, quizá nuestra verdad más cercana. Las fotos de Encarneviva huelen a sudor, a culo, a perfume caro y a colonia de gran superficie. Ves gente. Encarneviva es gente.

Job ledesma.